miércoles, 26 de febrero de 2014

CAP.CCCVIII.- Promesas que no valen nada.


Promesas que no valen nada. Es el título de una canción de los Piratas, podría decir que es una vieja canción de los Piratas ya que tiene casi 20 años. Durante algún tiempo fue una canción importante en mi vida, luego se fue diluyendo aunque cuando vuelvo a escucharla sigo emocionándome (http://www.youtube.com/watch?v=hptUE57xH74&feature=kp).
An Angel's Touch by Michael Parkes

Pero no se trata de ponerse nostálgico. El título de la canción es una excusa perfecta para una nueva entrada.

Después de dos capítulos dedicados al cerdo creía que sería capaz de desconectar de las recetas porcinas y he estado a punto de conseguirlo pero en el último instante una imagen me ha traído de nuevo a la senda de los puercos y sus virtudes gastronómicas.

Ma imagen es de un ilustrador norteamericano que vive en España, Michael Parkes, una estampa muy sugerente, con un punto morboso. Lo siento por los seguidores vegetarianos, tendré que compensarles.

La última receta del ciclo porcino es un plato típico del Pirineo catalán, el Trinxat de la Cerdanya, una especie de puré trabado con aceite. Puede que el trinxat termina aceptando todo tipo de verdura hervida y rehogada, con un poco de patata. De hecho la receta de hoy no es la receta ortodoxa.

Para hacer un trinxat se necesita primero una sartén grande, de acero colado, creo que salen mejor estas recetas si se utilizan sartenes viejas, no importa si se pega un poco en el fondo.

Ponemos la sartén al fuego con cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva, fuego suave. Imagino que la receta originaría se haría con grasa de cerdo.

Mientras toma temperatura se pican tres o cuatro dientes de ajo en láminas, no han de dorarse mucho.

Conviene tener picadas tres o cuatro lonchas de panceta, taquitos gruesos. Se pasan por la sartén para que se doren un poquito.

Rehogados los ajos y la panceta – primer guiño al cerdo -, se añaden a la sartén cuatro patatas hervidas y peladas; preferiblemente habría que elegir patatas tipo kenebek, hervidas el tiempo suficiente como para que empiecen a deshacerse.

Con ayuda de un cucharón de madera se va mezclando la patata con la panceta y el ajo; el objetivo es que las patatas se deshagan del todo y vayan formando una pasta.

Hay que tener preparada col hervida, en la Cerdanya utilizan un tipo de col de invierno que es de hoja un poco más basta, más verde y amarga. También conviene que la col esté blanda.

Se va mezclando la verdura con la patata, rectifica de sal y con ayuda de la cuchara se va formando una pasta homogénea.

No importa si se deja unos minutos sin remover y se pega un poco en el fondo, los trozos tostados le dan más sabor al guiso. Se trata de que los ingredientes se vayan compactando.

En el último tramo se cortan unas rodajas de butifarra negra, se pasan por una sartén y se terminan de mezclar con el resto de ingredientes – si se pusiera la butifarra desde el principio se desharía del todo.

El trinxat va a la mesa pizpireto, como el cerdito de Parkes. La ilustración de titula el toque del ángel.

Creo que ahora toca pasar unas semanas lejos de los cerdos. No sé si podré cumplir esta promesa.

1 comentario:

  1. Contundente plato, tiene que estar buenísimo y sobre todo necesita un buen trago de vino. Nunca comí butifarra negra, de la otra sí y me encanta. Tiene que ser maravilloso poder ir descubriendo la diferente gastronomía que nos presenta nuestra península. ¡¡Comer es un placer¡¡ Jubi

    ResponderEliminar

Muchas gracias por los comentarios, es la única manera de poder mejorar. Esta página surge por la necesidad de compartir algunas inquietudes, de ahí la importancia de tu mensaje.